jueves, 17 de diciembre de 2015

La política de la formación docente: una opinión (des)centrada... en los centros

Este es el primero de una serie de artículos que el equipo de #Tácticas dedicará a considerar las propuestas de cambio sobre la política educativa, una vez que se recomponga el mapa tras las elecciones inminentes.
Comenzamos por un tema no escogido al azar.
La formación de los docentes (vinculada a su selección y su evaluación) se ha convertido en la nuez de un deseable pacto social por la educación, de acuerdo con la relevancia mediática de dicho apartado en reportajes (El PaísEl Mundo, 20minutos, Eldiario.esAula Planeta, La educación que nos une) o artículos (Monográfico de la REP, Boris MirJosé Luis CabelloMiguel Ángel Santos Guerra, Juan Luis FuentesJordi MartíToni SolanoJaume Carbonell, José Gimeno Sacristán, Agustín Moreno, Antonio Bolívar) sobre el “Libro Blanco de la profesión docente”, recientemente presentado por Marina et al., así como sobre la educación prometida o deseable en los programas electorales de los principales partidos: PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos y Unidad Popular.
Ahora bien, son muy distintos el acento y la extensión de cada una de esas fuentes sobre las dimensiones de la formación: inicial, continua o permanente, en el centro.


Foto de Ulises Hernández, Red de Investigación Educativa, Colombia.


1. Formación inicial.

Muy detallada en el Libro Blanco. Se propone una dualidad entre grado de Educación Infantil y Primaria y grados de enseñanzas disciplinares, que confluyen en un proceso de selección para ingresar a los Centros Superiores de Formación del Profesorado. Después de un primer año de máster pedagógico, diferenciado por especialidades (incluida la orientación escolar), se previene la organización de un DEP: prácticas en centros educativos acreditados, durante dos años.
En este último punto, que podríamos catalogar “modelo MIR”, coinciden, a grandes rasgos, los programas de PSOE, Ciudadanos, UPyD y PP. Hay que matizar algún aspecto, como que Unidad Popular se proponga una formación inicial integrada con destino a la creación de un “Cuerpo Único de Profesorado”, aunque no se refiere al grado sino al “posgrado”. Es materia de discusión. Podemos no especifica una fórmula previa al “debate y el consenso de la comunidad educativa”.
Durante las últimas semanas, las redes sociales manifiestan un alto índice de rechazo al MIR educativo, así expresado. Buena parte de las reticencias proceden del profesorado sometido al régimen de interinaje, aun después de aprobar la oposición, por cuanto no se contempla una salida compatible con sus aspiraciones. Nadie ha ofrecido, todavía, la oportunidad de que los años de experiencia de los docentes interinos se consoliden a través de un periodo de práctica tutorizada. Nadie se la ofreció en el pasado. No es posible ni deseable legislar en el aire (o en la estratosfera donde se situó la LOMCE). 
Más significativo es que los programas de PSOE, UP y Podemos remitan al proceso de gestación democrática de un nuevo pacto social por la comunidad educativa con poder decisorio. También hablan de pacto PP y Cs, solo que parecen referirse a una mesa de negociación entre partidos (y, quizá, sindicatos). La apertura de un proceso público y participativo, en cualquier caso, parece la actitud más realista y eficaz en democracia. Los programas no crean la realidad de los sistemas o las esferas sociales de la vida pública, incluso cuando se esfuerzan por recoger las propuestas de organizaciones sociales (en mayor medida, UP y Podemos, según la plataforma Poletika). Los cambios nacen de la sociedad plural y se gestan a través del debate.
De hecho, el Documento de bases para una nueva Ley de Educación, propuesto por el Foro de Sevilla y abierto todavía hoy a la participación, demuestra que las alternativas pueden ser mucho más diversas, plurales y eficaces, a la vez que se tienen en cuenta los derechos del profesorado.
En vez de “Centros Superiores de Formación” o “centros educativos acreditados”, se habla de colaboración institucional entre centros públicos de todos los niveles. Mejor que circunscribir las prácticas tan necesarias a un periodo tardío (postmáster), se recomienda que comiencen en los estudios de grado.
La Marea Verde, en el Encuentro de Formación "La escuela que queremos", el pasado verano, animó a recuperar el aliento de los centros de renovación pedagógica dentro de la red pública. Hay que pararse a pensar que no basta con ser un centro acreditado para convertirse en foco de irradiación de soluciones aplicables a otros contextos. Las prácticas inclusivas, las ecoescuelas, las comunidades de aprendizaje no brotan por designación ministerial, sino que se producen por un pacto social a microescala en los entornos concretos, gracias a la colaboración del centro con el ayuntamiento, las organizaciones sociales, la Universidad y, sobre todo, con el alumnado y las familias. Además, es imprescindible querer irradiar un compromiso con lo público y con las necesidades sociales.
El objetivo, a medio plazo, no pasa por crear estanques dorados para docentes de edad avanzada (podríamos poner ejemplos) o de gran prestigio profesional (que ya los hay), sino transformar todo el sistema. Así pues, otro ingrediente básico sería que se planificara la extensión de las reformas, curso a curso, y se asegurase su intensidad creciente a través de una transformación consensuada de todos los centros de educación superior donde aprenden los futuros docentes.
La idea de dejar la infraestructura actual como está para añadir una superestructura de Centros de Superior Calidad generaría una sociedad educativa de clases, pero no una reforma en profundidad. Se pretende ahorrar dinero a costa de gastar el doble. Parece absurdo.


2. Formación permanente. 

Se le dedica un capítulo específico en el Libro Blanco. Sin embargo, el texto utiliza conceptos muy genéricos. Lo más concreto quizá sea la sugerencia de “incentivos específicos para animar al profesorado a mejorar sus competencias o conocimientos”; precisamente una de las medidas que más desagrado provoca entre muchos docentes, por cuanto se asocia a una recompensa merit pay, criticada por Jaume Carbonell, a la luz de su fracaso en otros países europeos. La principal objeción es que, a medio plazo, provoque lo contrario de lo que pretende: una mayor estratificación entre docentes avanzados, mediocres y renuentes o enemigos del cambio.
La formación profesional de los docentes es inseparable del aprendizaje a lo largo de la vida del conjunto de la población y, concretamente, de las familias que concurren con sus hijas e hijos en las comunidades educativas. Así lo explica desde hace años Ángel Pérez Gómez y lo investigan las autoras Maria Antònia Gomila Grau y Belén Pascual Barrio. Los sujetos de las repeticiones múltiples y del abandono escolar son tanto niñas y niños como sus redes familiares y sociales. Hay que disfrutar del hecho de que la educación pública no sea una forma de adoctrinamiento, sino un proceso de aprendizaje histórico y colectivo, que se hace orgánico en las comunidades educativas. En consecuencia, un plan de formación del profesorado debería acompañarse, en cada escuela, de un plan para la formación de las familias.
La diferencia no vendrá marcada por la supresión de los Centros de Profesorado, en los territorios gobernados por la derecha, o su mantenimiento en las autonomías sostenidas por la izquierda, como ha venido ocurriendo hasta ayer mismo; sino por la regulación democrática y obligatoria de planes de Formación en centros. El Libro Blanco sugiere que sea el Ministerio de Educación el responsable de organizar la formación continua, si entiendo bien (a pesar del apresuramiento y los anacolutos) su alusión a las “administraciones educativas de rango superior”. La coordinación bien podría estar a cargo de una institución federal (avant la lettre), o bien por organismos descentralizados, o por ambos a la vez. 
Como enuncia telegráficamente el programa de UP, habrá que “fomentar la aplicación de metodologías pedagógicas adaptadas a las necesidades del centro y a su proyecto educativo”. En otro sentido, Podemos recoge la solicitud de que se pongan en marcha “sistemas para la transferencia, extensión y perfeccionamiento de las experiencias innovadoras”. De hecho, ya lo están haciendo decenas de redes de aprendizaje docente que, sin embargo, no han llegado a cuajar en un esfuerzo común, ni a compartir un espacio institucional público. Existen precedentes: la red Internet en el Aula, la plataforma Procomún, los MOOC del INTEF, los proyectos colaborativos o el N-MOOC, entre muchos otros. 
Lo crucial es que todas las instancias intermedias estén al servicio de los centros y los proyectos educativos autónomos. Las asesorías de formación no tienen sentido, como ya sabemos por experiencia, dentro de burbujas de experimentación que no consistan en programas de investigación/acción o de práctica reflexiva.
La “Formación en centros”, sí, pero ¿con qué modelo de centro?

3. Formación en centros.

El llamado Libro Blanco y los programas del PP y Ciudadanos coinciden en suponer que sería beneficioso para el sistema dotar de un poder prácticamente absoluto a las direcciones de los centros, tanto para la selección de la plantilla como en los contenidos del proyecto educativo, entre los que se encontraría el plan de formación del profesorado, aun cuando no se relacionen de modo explícito en los respectivos textos.
Cuando se habla de autonomía de los centros, su discurso está dictando, en realidad, que se constituya una cadena de mando para la aplicación de innovaciones (o regresiones, cuidado) de forma implacable. Entramos en un terreno más que preocupante: el de la tecnocracia, la tecnopolítica o la metodología sin pedagogía. Al prescribir modales autoritarios, a cargo de una élite entrenada en “Centros Superiores de Formación”, se están anulando los principios y las prácticas de la comunidad de aprendizaje, la ciudadanía democrática, la pedagogía social (constructivismo o conectismo, para el caso es lo mismo) y aun el humanismo liberal, que consideran valioso, de por sí, el esfuerzo por construir el conocimiento en las interacciones sociales y reconocen un protagonismo real a los aprendices como investigadores, críticos y creadores.
A mi modo de ver, la propuesta conservadora provoca un sesgo tan pronunciado sobre los modales de la reforma que podría compararse a los efectos de la “fuerza” en los agentes del lado oscuro. ¿Se puede prescribir una metodología como el ABP o hay que recomendarla con pruebas y argumentos, en el marco de un proceso democrático, e implicar como protagonistas al alumnado y sus familias? No era posible en tiempos de John Dewey, genial pragmatista y demócrata activo; tampoco en los tiempos de la educación conectada y la inteligencia colectiva.
El “liderazgo pedagógico” no debería confundirse con un estilo autoritario de antiguos regímenes, sino que consiste en la capacidad de escuchar activamente y aprender con los demás, de modo que la asertividad no sea una mera estrategia, sino un modelo emocional y motivador. 
La “Formación en Centros” está asociada a un proyecto educativo que promueva la ciudadanía activa; y el proyecto se gesta respondiendo al “sueño” de una comunidad: la educación que queremos.
El programa de Podemos, elaborado a partir de las demandas de la Marea Verde y decenas de organizaciones, dice así: “Promoveremos el desarrollo de nuevas prácticas educativas basadas en metodologías activas y participativas del alumnado, para lo que se integrará el conocimiento que el alumnado construye colectivamente, se potenciará el desarrollo de las inteligencias múltiples armonizadas y se generarán espacios creativos y colaborativos entre alumnado y profesorado”. No es un dictatum final, sino una invitación a recuperar el terreno cedido a la mera instrucción por medios tecnológicos. Nos animan a hacerlo nuestros mejores especialistas en tecnología educativa, como Carlos Magro, Jordi Adell, Linda Castañeda, Fernando Trujillo y Conecta13, junto a otras y otros.
Lo dicho no invalida de forma tajante las propuestas innovadoras que, como es sabido, funcionan en redes de centros privados. Antes bien, invita a reformularlas en el contexto de la educación pública, universal, gratuita y democrática. La ofensiva neoliberal interpreta los cambios sociales y pretende orientarlos por donde conviene a las élites, con el propósito de reproducir las desigualdades a otra escala. Es la estrategia del Gatopardo. La respuesta social, democrática y participativa reconoce la necesidad de dotar de plena autonomía a los centros y secunda a los agentes innovadores en otra dirección, con otro estilo de dirección.
Pongamos “consejos escolares” y “comunidades de aprendizaje” donde Ciudadanos dice (de manera exclusiva y excluyente) “direcciones de los centros”: “Las direcciones de los centros [los consejos escolares] deberían jugar un papel en la selección del profesorado que llega a los centros, de la misma manera que los hospitales eligen a los médicos una vez que estos han pasado el MIR. Así mismo, habrá que evitar que los profesores pierdan su puesto por las reglas burocráticas de la provisión, en contra de su voluntad y del criterio de la dirección [el consejo escolar]". Añadamos a la sociedad real, comenzando por el entorno del barrio, el municipio y la administración federal, entre los primeros destinatarios de la “rendición de cuentas”. “Esta autonomía de los centros debe ir acompañada de un fuerte rendimiento de cuentas de los centros y los equipos directivos. Si estos responden de manera directa por los resultados obtenidos, la libertad de acción no llevará a contrataciones y promociones contrarias al principio constitucional de mérito y capacidad”. Digamos donde su programa dice no: “Es imprescindible garantizar un sistema de elección de equipos directivos que evite [al contrario, que asegure] que dependan del centro educativo donde deben ejercer su labor. ¿Cómo van a ejercer su autoridad o imponer una amonestación sobre un profesorado que los elige y con el que además tendrán que volver a dar clase?”. Es decir, ¿cómo podría la dirección ejercer un liderazgo pedagógico y corregir una desviación profesional si no comparte responsabilidades con los demás docentes, ni compromete en su proyecto educativo a los estudiantes y a las familias?
En suma, la formación continua es un proyecto inmerso, a su vez, en el proyecto educativo e implica un seguimiento por parte de asesoras y asesores que ejercen la docencia (o compañeros en formación que aspiran a ejercerla), de manera que lo proyectado sea objeto de práctica, investigación y reflexión entre pares, en un equipo educativo y en una comunidad de aprendizaje.
De otro modo, el ABP, la clase al revés, el aprendizaje móvil, la educación conectada y expandida, seguirían siendo enseñadas en plataformas paradójicamente sin proyecto, sin inversión, sin prácticas (no previstas o expresamente prohibidas por los reglamentos de centro, como los dispositivos móviles), sin conexión con los nodos de su entorno y sin efecto sobre las prácticas culturales de las familias. O que nos demuestren otra cosa.


Concluyendo.

La formación (inicial o permanente) de los docentes está vinculada a todos los centros educativos donde ocurre el acontecimiento. Nos atrevemos a afirmar que otra cosa es indemostrable. La "escuela que queremos" no nace de la cabeza de Zeus. Se hace desde abajo.
¿Qué debería prescribirse, entonces? Un nuevo modelo de centro que sea capaz de inventarse a sí mismo, en el que las aulas y la docencia puedan (o deban) ser compartidas entre varios docentes (titulares y aspirantes a serlo, expertos, voluntarios pedagógicos, monitores, familiares, etc.). Una financiación que esté al servicio de los fines pedagógicos y provea al centro para suministrar medios a quienes no los tienen (en vez de recaudar votos con dádivas), de modo que las experiencias no fracasen por falta de conectividad, como está ocurriendo hoy mismo. No voy a poner como ejemplo (quizá como contraejemplo) a Andared. Un plan de formación que sea tutelado por la inspección educativa, en el que no solo se contemplen las necesidades del profesorado, sino también las expresadas por las familias, mayores o distintas según el contexto. Estamos empezando a debatirlo.
Bienenidas y bienvenidos a una era de reformas educativas que perduren.




jueves, 10 de diciembre de 2015

Es mi PLE, es a mi manera.

Fuente: http://goo.gl/ScDKCh

Algunos profesionales de la educación y las TIC, como es el caso del Catedrático en Tecnología Educativa Manuel Area, llevan años recomendándonos que "dejemos de hablar de herramientas y que hablemos de métodos". Suelo estar de acuerdo pero he tenido una experiencia que me ha hecho entender que es decisiva la ductilidad que pueda tener una herramienta para que la suma de recurso + creatividad nos de igual a un valor positivo que sea significativo. Me gustaría contaros una experiencia educativa a través de la que lo corroboré.  

Resulta que el mes pasado, dando uno de mis cursos de Innovación Docente al profesorado universitario en Valladolid, mis alumnos (profesores de universidad en activo) se sorprendieron otra vez cuando hablando de la herramienta Prezi les dije: podemos utilizarla como una mini plataforma de e-learning para crear rutas de aprendizaje multimedia. En sus mentes estaba la plataforma Moodle, que tiene grandísimas posibilidades en e-learning pero un gran fallo: es absolutamente rígida a la hora de mostrar el contenido. Y entonces... les conté la historia. 

Tengo una experiencia de hace unos años, en la cual desde el grupo de investigación en tecnología educativa de la USAL, dimos un curso online a profesores para formarles a la hora de la creación de proyectos colaborativos con TIC. Tuve el gran placer de poder llevar el módulo referente a la creatividad en la creación de proyectos de estas características para el aula y... ya que estábamos hablando de creatividad quise plantear este proceso e-learning de otra forma.

El curso virtual lo dábamos desde el Moodle, una plataforma que se usa habitualmente para impartir docencia e-learning. Sus características y recursos para crear espacios virtuales de aprendizaje son enormes pero... insuficientes para lo que yo necesitaba hacer: mi objetivo era motivar a los alumnos creando una ruta a través de un ecosistema de aprendizaje rico en recursos multimedia. ¿Cómo plantearme algo así en Moodle? su espacio estático no me lo permitía así que me paré a pensar:  ¿Qué herramienta me permite subir vídeos o enlazarlos, meter imágenes, texto, hipervínculos... y además mostrar todo el material pero crear una ruta prefijada recomendada? aunque parecía una locura... la respuesta en ese momento para mí fue: ¡Prezi! Y entonces... creé un prezi mastodóntico.



Increíblemente puedo decir que el resultado fue buenísimo. Primero es cierto que tuvimos que superar la barrera de lo desconocido, ya que los alumnos nunca habían obtenido los contenidos así, pero después fueron todo bendiciones: los alumnos estaban más motivados, podían aprender de forma más personalizada, que todo el entorno de recursos fuese tan visual era muy positivo para ellos... 

Muchos de nosotros, cuando planteamos un curso online tenemos que tener en cuenta que este tiene que responder a las necesidades no solo del conjunto de alumnos sino de cada uno. Prezi nos permite integrar letra, imágenes y audiovisuales, y generar una ruta de aprendizaje a lo largo de ellos aportando,en un orden y un sentido estudiado. Pero además, nos da la posibilidad de saltarnos cuando queramos esa ruta ya que podemos movernos por el espacio de trabajo a nuestro antojo, sin preocuparnos por perdernos ya que la ruta sigue a la espera de nuestras indicaciones. 

A mí, personalmente, me gusta depositar contenido y además grabarme vídeos donde explico la metodología a tener en cuenta, ya que para muchos prezi todavía no es un entorno común. 

Generalmente como material de apoyo a una presentación oral (entorno presencial) o de soporte de una práctica, prezi nos ayuda a trabajar el contenido y además a movernos por el espacio de trabajo a medida que se nos exige en nuestra ponencia. Además, la ductilidad y posibilidades que aporta, siempre que sepamos usarlo, atrapa a los espectadores y nos ayuda a dirigir su pensamiento hacia donde nosotros queremos para lograr entender esa conclusión a la que los queremos dirigir. 

Increíblemente, los profesores asistentes destacaron que la capacidad de sorprender con prezi es fundamental para mantener la atención y la facilidad de mostrar el contenido de forma creativa aumenta la motivación. Los miedos y reticencias del principio desaparecieron.

No solo sirve Prezi para hacer presentaciones en congresos, sino que a nivel de escuela es una plataforma muy interesante para crear exposiciones virtuales. Ha servido como exposición virtual de una de las Expo enREDadas de hace unos años en Salamanca.

Alguna vez se dice que el medio no determina el fin, en este caso es justo al contrario. Prezi a estas alturas nos ofrece muchas más posibilidades que Power Point de cara a la educación. Prezi no solo sirve para que realicemos nuestras presentaciones más vistosas, sino que su configuración nos permite mucho más. 

Ciertamente, su valor añadido radica en la forma en la cual nos presenta el reto de la creación. Como si de un lienzo en blanco con una lupa al lado se tratase, tenemos frente a nosotros el reto de crear el contenido y después elegir entre las múltiples rutas de presentación del mismo, y no al revés. En Power Point tienes primero que elegir la forma de presentar y luego como distribuir el contenido entre los slides. 

Invitación: Sin más, os animo a entrar en mi perfil de prezi, desde el cual realizo estas presentaciones que en muchos casos acaban siendo plataformas para cursos.

Observar siempre es aprender y en el caso de prezi los límites los marca la creatividad de cada uno. Os animo a romper, a trabajar de otra manera a buscar soluciones de forma creativa y que funcionen.

No dejes de aprender y de arriesgarte, porque el que no lo hace no gana.

PIENSA DIFERENTE, PIENSA CREATIVO.

martes, 1 de diciembre de 2015

El curriculum oculto y la evaluación


Frente al currículum explícito existe otro denominado currículum oculto, que se define como "el conjunto de normas, costumbres, creencias, lenguajes y símbolos que se manifiestan en la estructura y el funcionamiento de una institución".
Es dentro de este currículum, donde se esconde de forma taimada, toda la simbología y mitología del proceso de evaluación. Un proceso pervertido y que fundamentalmente sirve como nuestro instrumento para ejercer nuestro poder.
Es en la evaluación donde más símbolos del currículum oculto aparecen y en donde se asientan los principios  inamovibles del docente.

El docente siempre lleva la razón. Como depositario y único custodio del saber,  único adulto en el interior de la clase se cree en su voz y opinión a ciegas. A pesar de que las evidencias demuestren que tiene un porcentaje de suspensos elevadísimo, y que se reiteren las quejas en cuanto a sus clases.
Estos símbolos son más evidentes en las sesiones de evaluación, donde se pueden escuchar frases como "Si han suspendido tantos, pues que estudien más", o "este chaval/a no es de ciencias, debería estudiar letras que es más fácil".

Derivado de lo anterior podemos inferir el siguiente principio. El error siempre recae en el alumnado. El problema no puede ser que usamos metodologías expositivas y avasallamos al alumnado con seis horas en las que tienen que escucharnos, o que sólo utilizamos el examen como instrumento de evaluación. Tampoco es que intentemos dar clase a todos por igual, les ponemos el mismo examen a todos, todo esto sin tener en cuenta la atención a la diversidad y los diferentes niveles cognitivos.
Además el error no constituye un estímulo de aprendizaje, porque normalmente supone que no hay vuelta atrás.

La evaluación es un instante, no un proceso incrustado y desarrollado a lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje. Como instante, sólo aparece en la época de los exámenes y sólo sirve para calificar, porqué lo importante no es la información que podamos obtener de ella, ni siquiera la retroalimentación continua que debería poder consultar el alumnado, sino la nota que debe aparecer en el boletín de notas. En la escuela está tan claro este principio que se le denomina sesión de evaluación, como si se pudiera concentrar todo lo que ha trabajado el alumnado y los docentes en un trimestre.

La evaluación es un proceso oculto y un término difuso. Si preguntamos a un grupo de docentes de un mismo centro qué es la evaluación, estoy totalmente seguro que cada uno lo definiría de un manera diferente, y que derivado de esto, lo aplicaría de forma muy variada.
A esta confusión terminológica se une el hecho de que la evaluación tiene tendencia a esconderse. No todos los docentes entregan sus criterios de evaluación al alumnado, ni tampoco todos los cumplen a rajatabla. Algunos que defienden el examen como instrumento más objetivo para evaluar tampoco lo entregan hasta que pasan varias semanas y para realzar aún más la confusión, la evaluación se suele circunscribir al final de cada trimestre, así con la prisa puede que el alumnado no se de cuenta que el docente no lo ha hecho tan bien como debería.

Quizás, y sólo quizás, el problema radica en lo que afirma Tracey Tokuhama-Espinosa:

"Los docentes deben darse cuenta que no se les paga para enseñar, sino más bien para garantizar el aprendizaje del alumnado".

Detrás de esta frase se esconde el verdadero sentido de la evaluación, que es garantizar el aprendizaje de nuestros/as alumnos/as.